MADRID.- No hay una situación paralela entre Lehman
Brothers y el Banco Santander. Sin embargo, el banco presidido por Ana
Patricia Botín aparenta una situación límite por el retraimiento de la
economía en países emergentes en los que tiene una importante presencia,
además de depender en más de un 60% de su posicionamiento en países
como Brasil y México, según revela un análisis de Diario 16.
Por otro lado, existen dos aspectos que no le
auguran un futuro muy próspero a corto plazo: las consecuencias
definitivas del Brexit una vez que la salida de la Unión Europea del
Reino Unido se haga efectiva y la imposibilidad de generar beneficios en
el mercado español.
Tal y como se ha indicado en varias ocasiones en
Diario16, el banco de inversión Barenberg determinó un mes antes de la
intervención que el Santander tenía un déficit de capital de 10.000
millones de euros y en el mes de junio de este año dejó el precio
objetivo de la acción en 3,7 euros, es decir, un 22% menos del valor
actual.
Son demasiados condicionantes para que un
banco como el Santander no se encuentre en dificultades reales y que
busque el apoyo de las instituciones supervisoras tanto españolas como
europeas para sostenerlo teniendo en cuenta que es un banco sistémico
global, una entidad too big to fail (demasiado grande para caer).
En este sentido el FMI fue muy claro cuando advirtió que el Santander es un peligro para el sistema financiero
mundial porque «tiene más de la mitad de sus activos en el exterior y
depende en gran medida de las ganancias de sus operaciones
internacionales. La gran confianza en subsidiarias extranjeras en la
generación de ganancias podría implicar vulnerabilidades significativas si las condiciones financieras en los países de acogida se deterioraran».
Lehman Brothers utilizó trucos contables para
cubrir las decisiones erróneas de los responsables de la compañía y los
procedimientos de la firma para valorar sus activos. Además, Lehman, la
empresa que presidía Luis de Guindos en España y Portugal, rebasó sus
límites al intentar posponer el colapso después de un ajuste en los
créditos hipotecarios.
El incremento de los tipos de interés bajos
impuestos por George W. Bush provocó que este tipo de producto que se
vendió incluso a personas que no tenían ingresos se encarecieran y
aumentaran las tasas de morosidad o que los bancos tuvieran demasiados
activos inmobiliarios por impago.
Lehman Brothers sucumbió por una serie
de malas decisiones, pero era algo que se arrastraba de años y el mundo
financiero prefirió que cayera a mantener a un muerto.
¿Podría ser el Santander el próximo Lehman
Brothers? A corto plazo, no pero hay algunos paralelismos que demuestran
que la entidad cántabra no está pasando por un buen momento que,
casualmente, se arrastra desde el último año en que el banco fue
presidido por Emilio Botín.
En primer lugar, fue el propio consejero
delegado, José Antonio Álvares, quien afirmó que el Santander llevaba
seis años sin obtener beneficios en España y que la rentabilidad del
grupo dependía de los resultados del extranjero. Exactamente, se está
produciendo el riesgo del que advertía el FMI en su informe.
El banco
cántabro está demasiado expuesto en economías emergentes como Brasil y
México, principalmente, y está sufriendo graves consecuencias por
problemas legales/laborales además de la depreciación del real
brasileño, por no hablar de los problemas económicos por los que está
pasando Argentina, rescate del FMI incluido.
En referencia a la depreciación de beneficios
causados por cambio de divisas, Diario16 ya informó de cómo el Santander
había incluido dentro del concepto «Patrimonio» de las cuentas anuales
del ejercicio 2.017 que fueron aprobadas en la Junta General de
Accionistas pérdidas de 8.000 millones de euros para evitar, de este
modo, que no influyeran en la cuenta de resultados ya que, de haber
aplicado dichas pérdidas en el concepto que le correspondía, el banco
presidido por Ana Patricia Botín habría tenido un resultado negativo de
-1.400 millones de euros.
Por otro lado, tenemos la reducción
accionarial de los grandes accionistas que, para mantener su
representatividad en la entidad, están realizando movimientos
especulativos dentro del mercado a través de la venta de acciones y la
compra de otros productos financieros.
BlackRock, máximo accionista,
sólo dispone de un 4,5% de acciones cuando hace un año tenía un 5,94%.
Sin embargo, el porcentaje de derechos de voto a través de otros
instrumentos financieros ha pasado del 0,158% a 1,162% según los datos
publicados en la CNMV.
Esto indica que la confianza en la fuerza del
Santander en el mercado se está reduciendo. Las cotizaciones en bolsa lo
demuestran ya que se ha depreciado su valor desde los 7 euros el día en
que accedió a la presidencia Ana Patricia Botín hasta los 4,32 en que
cotiza a la hora en que se está escribiendo este artículo, es decir, un
38,29%. Todo esto, además, en un ciclo económico positivo, lo cual es
mucho más preocupante.
El sector financiero mundial ahora mismo está
pendiente de dos grandes, Santander y Deutsche Bank. A pesar de que,
como decíamos antes, el ciclo económico es favorable, estos dos colosos
de la banca se encuentran en dificultades por más que pretendan tapar
sus debilidades.
Insistimos, ¿podría provocarse la nueva crisis global
en España por la caída del Santander? Probablemente no. Sin embargo, las
élites financieras ya han demostrado que, llegado el momento, no dudan
en sacrificar a unos de los suyos para mantener los privilegios del
resto. Llegado el instante, si tienen que elegir entre un alemán y un
español, ¿quién será el sacrificado? La respuesta ya la saben ustedes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario