MOSCÚ.- Las sanciones estadounidenses a
China por la compra de armamento ruso ha generado numerosas reacciones
en Moscú, que se ha apresurado a defender su industria militar y se ha
mostrado convencido de que otros países no harán caso a las presiones de
Washington.
Mientras el Kremlin acusó al Gobierno estadounidense de "histeria
sancionadora" y "competencia desleal", los legisladores de este país
aseguraron que Moscú no tiene nada que temer respecto a su principal
rival en el mercado de armamento.
Según el jefe del Comité de Seguridad y Defensa del
Senado ruso, Víktor Bóndarev, las sanciones de EE.UU. "no asustarán" a
los compradores potenciales de las armas rusas porque estas superan en
calidad a sus análogas estadounidenses.
"Son más
seguras, más eficaces y más baratas", dijo a la prensa el legislador,
quien destacó también el "fácil manejo" como otra ventaja de los equipos
militares que exporta Rusia.
El Departamento de
Estado de EE.UU. anunció esta semana una nueva tanda de sanciones a
personas y empresas vinculadas con el Kremlin, entre ellos la compañía
militar china EDD y su director, Li Shangfu, por sus negocios con la
exportadora de armas rusa Rosoboronexport, que anteriormente había sido
sancionada por Washington.
La firma china fue
amonestada por adquirir a Moscú aviones de combate Su-35 y los sistemas
antiaéreos S-400, uno de los orgullos de la industria armamentista de
Rusia.
El diputado Vladímir Gutenev también negó que
las sanciones vayan a repercutir en los planes de los clientes de la
industria militar rusa, incluida China.
"Creo que
Turquía, China, la India y otros países entienden muy bien que lo que
necesitan son equipos para defender su soberanía nacional y no para
exhibirlos en los desfiles", apuntó.
Asimismo, se
mostró seguro de que los principales importadores de armas a nivel
mundial "se podrán permitir hacer caso omiso a las presiones de
Washington".
Coincidieron con ellos los expertos en seguridad consultados hoy.
"Físicamente es imposible parar las exportaciones (de armas) de Rusia",
dijo Vasili Kashin, analista del Centro de Estudios Europeos e
Internacionales de Moscú.
Según el experto, con las
sanciones contra empresas militares Washington se entromete en las
políticas de seguridad de los Estados, un tema muy sensible para
cualquier país.
"Como regla general, en esos casos
incluso los países más pequeños adoptan una postura intransigente y
prosiguen con la cooperación", manifestó.
Para
Kashin, las sanciones impuestas al amparo de la ley CAATSA, aprobada en
2017 con el objetivo de castigar a Rusia, no son más que un pretexto
para ejercer "presión adicional" sobre Pekín en un momento de gran
tensión comercial entre ambos países.
Explicó que el
contrato para la adquisición del armamento ruso fue firmado años atrás
-en 2014 en el caso de los misiles S-400 y en 2015 en el de los Su-35- y
Pekín se limitó únicamente a recibir una parte de lo acordado.
Asimismo, vaticinó que, a medida que vayan creciendo las sanciones de
Estados Unidos contra Rusia, Moscú se planteará reducir al mínimo el
diálogo militar con Washington, salvo en temas relacionados con la
seguridad nuclear.
También niega cualquier daño de
las nuevas sanciones para la cooperación técnica y militar entre Rusia y
China el coronel retirado Víctor Litovkin.
A la vez,
ese comentarista militar de la agencia rusa TASS, admite que hay
países, principalmente en Europa, que han sucumbido a las presiones de
EE.UU. y que seguirán "obligados a comprar su armamento".
Mientras, otros "como la India" pueden permitirse comerciar con varias
naciones exportadoras de armas, entre ellas EE.UU., Rusia y Francia, sin
temer sanciones de ninguna parte al ser considerados como mercados
atractivos.
Tampoco desistirá de sus planes Turquía,
opina el experto, que se encuentra a la espera de un lote de armamento
ruso, pese a las críticas de Washington y la OTAN.
La
nueva tanda de sanciones estadounidenses llega una semana después de
que Moscú y Pekín exhibieran su alianza en contraposición a Washington,
en las mayores maniobras militares en Rusia desde la caída de la Unión
Soviética en 1991.
En los ejercicios que tuvieron
como escenario vastos territorios de Siberia oriental y el Lejano
Oriente ruso participaron cerca de 300.000 militares, más de un millar
de aviones, helicópteros y drones, 36.000 carros de combate y otros
vehículos blindados, además de 80 buques.
Junto con
los soldados rusos, en las maniobras Vostok-2018 (Oeste-2018) tomaron
parte más de 3.000 efectivos del Ejército Popular chino, un hecho sin
precedentes en las relaciones entre ambos países.
Para sellar el acercamiento entre las partes, los responsables
castrenses de ambos Estados se comprometieron a seguir reforzando los
lazos bilaterales y a celebrar de aquí en adelante maniobras conjuntas
de manera regular.
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