BARCELONA.- La educación ha sido desde 1959 el
principal motor del crecimiento económico en España, según las
conclusiones de un trabajo elaborado por la profesora de Economía y
Empresa de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) Enriqueta Camps.
En el trabajo, la autora analiza cómo las particularidades de la
evolución del sistema educativo y de salud en España, desde el siglo XIX
hasta finales del XX, han afectado al PIB español, y concluye que la
formación y la acumulación de capital humano se convierten en el motor
principal del crecimiento económico y de desarrollo.
El estudio demuestra que la salud individual tiene una
relación positiva permanente con la actividad económica de los s. XIX y
XX.
"A finales del siglo XIX, el papel de la salud
era central, ya que está vinculado a la fuerza física, necesaria en las
actividades agrícolas y mineras predominantes en este periodo, mientras
que el papel de la educación es más secundario", señala el estudio.
En cambio, a partir de los años 70 del siglo XX España evoluciona hacia
"una economía moderna, democrática y abierta: es entonces cuando la
inversión en educación se convierte en el motor principal en el proceso
de acumulación del capital humano, y la salud se convierte en un factor
complementario".
Así, la profesora defiende que la
inversión en educación tiene una relación directa con el crecimiento
económico y el desarrollo en las economías globalizadas actuales, y que
las particularidades del sistema educativo de un país, y sus cambios a
través del tiempo, pueden determinar la evolución económica a lo largo
de su historia.
La metodología mediante la cual la
profesora Camps identifica el peso de la formación académica en el
crecimiento y la evolución del PIB español es mediante la relación entre
los años de escolarización y el PIB per cápita a lo largo de la serie
analizada.
También estudia la relación entre la
altura media de las personas y el PIB, como un indicador para valorar la
salud individual y la fuerza física.
La docente de la UPF ha estudiado tres períodos: de 1881 a 1929, de 1930 a 1958 y de 1959 hasta 1998.
Durante el primer período (1881-1929) España se caracterizó por ser
agrícola, no industrializada, con unos niveles muy bajos de
alfabetización, lo que propicia una asociación negativa con el aumento
del PIB.
Este hecho, según Camps, se atribuye a la
baja calidad de la educación, que se explica porque está organizada por
la Iglesia católica y se centra en contenidos teológicos en lugar de
aprendizajes técnicos.
"La economía española es
todavía de extracción: la fuerza física es la principal habilidad
necesaria (esto explicaría la relación positiva entre crecimiento en
altura y PIB), mientras que la alfabetización y otras habilidades son un
subproducto de la educación", resalta el estudio.
Durante el segundo periodo (1930-1958), el resultado es similar, y la
educación y la salud están relacionadas de manera negativa y positiva,
respectivamente, en cuanto al crecimiento del PIB.
La
Guerra Civil y la recesión provocaron que muchas personas formadas se
vieran obligadas a emigrar, y esto hizo que se redujera el capital
humano.
El estudio concluye que a partir de 1959 tanto la educación como la salud se asocian positivamente al crecimiento económico.
"Tras el proceso de democratización, la liberalización de la economía y
el aumento de los niveles de educación de los años 60, el PIB entra en
un proceso constante y sostenible de crecimiento, clave para el buen
desarrollo económico de España, y que lo equipara con otros países de su
entorno", concluye el trabajo.
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